El Sujeto en Hegel

La noción de Sujeto en la obra de Hegel.


LA NOCIÓN DE SUJETO EN HEGEL

Pronto en la lectura nos percatamos de que no se trata de ir recabando información sobre el sujeto en el sentido de llegar a un punto en el que completemos una especie de definición.

Por el contrario, lo que vamos a encontrar es una serie de vacíos, fallas, inconsistencias; que lejos de ser errores o tropiezos de los que se esperaría una especie de superación, es en torno a esos vacíos que se va descubriendo un sistema de relaciones de máxima importancia para la idea de ley científica, con la que intentamos fundamentar la validez de nuestras investigaciones. Y a su vez, abre un campo de posibilidades de gran novedad para la práctica clínica, en tanto se artícula una forma de pensar el deseo propiamente humano. Con lo cual, el recorrido lo haremos en dos pasos:

  • 1º El argumento hasta la idea de “ley científica”
  • 2º La propuesta sobre el deseo.

Comencemos entonces con una cita que se encuentra en el prólogo de La Fenomenología del Espíritu (Hegel 1807):

“que lo verdadero no se aprehenda y se exprese como sustancia, sino también y en la misma medida como Sujeto.”

Para nosotros, hispanohablantes, encontramos una dificultad fácil de superar pero de la que hay que estar advertidos, y es que el uso de la palabra Sujeto para nosotros esta fuertemente ligada a la noción de persona o individuo, mientras que en otros idiomas
hay una distancia semántica también valida con la noción de “asunto, tema o materia”, lo que facilita y hace comprensible proposiciones importantes de las que nos vamos a ocupar.

No obstante, rápidamente nos encontramos en el miso trabajo de Hegel con otra propuesta complicada:

“la sustancia viva es, además, el ser que es en verdad sujeto… la mediación de su devenir otro consigo misma.”

Impresionante la definición de sustancia viva con la Hegel operar aquí. Sin embargo es importante tomar en cuenta que en el panorama científico completo, es decir; tomando en cuenta todas las disciplinas científicas de nuestra comunidad (biología, química, física… todas), nos encontramos con muy pocas proposiciones respecto a la definición de la vida; es muy raro encontrar formalmente planteada una propuesta resperco a la vida.

Para Ilya Prigogine, premio Nobel de Química, vida es 'la inscripción del tiempo en la materia'. Cuando trabajemos Heidegger veremos que su tésis es que el Sujeto (la idea de sujeto) nació, lo que implica que antes de su nacimiento no existía, podríamos plantear que había habitantes sobre la tierra, pero no Sujetos, en el sentido del que nos vamos a ocupar. No obstante vamos a trabajar ambas propuestas.

Para nosotros en el campo de la Ψ psicología será de gran importancia poder plantear si hay o no Sujeto en el caso clínico y si la persona que acude a consulta está viva, en el sentido propiamente humano de estar vivo. Pues es notable que algunas personas parecen como muertas; comen, trabajan, tienen actividades sociales, etc. y sin embargo están como muertas.

Con Hegel podemos plantear lo siguiente; si en el relato de la vida de alguien no somos capaces de localizar una cierta posición de otredad para consigo mismo, difícilmente podemos justificar que hay allí Sujeto; una sustancia viva capaz de vivir experiencias, en el sentido humano.

Hegel inicia su análisis de este problema con 'la experiencia de la conciencia', elavora su planteamiento en torno a lo que llamaremos la experiencia del la Otredad, pues enunciado así (Otredad) intentamos distanciarnos de la idea de que ese otro es alguien. Lo que se propone es que la Otredad respecto a la cual la persona reconoce su deseo y busca que su deseo sea reconocido, es una noción abstracta que opera en el campo del lenguaje y no se trata de la función de alguien; el papá, la mamá, el profesor, ninguno en sí mismo tiene propiedad de ser la Otredad. No obstante, en el estudio de un caso clínico eventualmente se puede sugerir una especie de encarnadura de esa función, pero su valides es únicamente para ese caso en el que se está hipotetizando esa lectura en particular. Con lo cual; en esta parte del trabajo de Hegel nos encontramos con tres elementos clave:

De momento para no saltarnos pasos, vamos a recoger el planteamiento que propone Hegel respecto a los objetos suceptibles de ser percibidos:

  • la cosa que se percibe, un objeto cualquiera como el árbol, la mesa, la silla, (pero también y es muy importante irlo pensando así, el caso clínico). Esta cosa, dice Hegel; 'se me ofrese como un puro uno; más yo descubro también en él la propiedad que es univerzal, pero que por serlo, rebasa la singularidad.' Por tanto, el primer ser de la escencia objetiva como un Uno no era su verdadero ser.

Nos encontramos entonces con la imposibilidad de decir lo esencial del objeto, pues solo decimos sus cualidades. Es decir, al tratar de describir la percepción del objeto usamos el lenguaje, que son los conceptos, en cuanto vamos más alla del objeto; nos en contramos con las cualidades del objeto, las cuales a su vez son más conceptos y así hasta el infinito, pues la descripción del objeto puede no detenerse en tanto que el universo es potencialmente infinito. Si bien, en un primer momento el fundamento de la verdad parece lo calizarse en el objeto, en las características que sensiblemente percibimos en el objeto, sus cualidades. En ese mismo momento nos encontramos con algo que no esta en el objeto.

No obstante eso otro que está allí por mediación del yo es lo que finalmente permanece allí y se mantiene “siendo” a través del tiempo. A esto le llamamos los universales, y estos universales son, siguiendo el texto de Hegel lo verdadero de la certeza sensible.

Ahora entonces, el fundamento de la verdad parece localizarse no en el objeto sino en quien describe el objeto, ya que las características que refiere del objeto dependen en gran medida de su perspectiva y localización.

El problema ahora, es que para que esa consistencia se pueda justificar; tanto el objeto como el yo tiene que funcionar como si fueran entidades únicas, el yo solamente en calidad de este y el objeto solo en calidad de esto. Tal cosa finalmente resulta inconsistente
cuando Hegel trabaja la noción del ahora. Hegel dice; 'el ahora ha sido.'

Tenemos entonces que tanto el ahora como el objeto y el yo son inaprensibles, apenas se quieren señalar y ya son otro. Por lo cual, si queremos justificar que se trata del mismo objeto, requerimos localizarlo conceptualmente con dos funciones:

  • La negación: niega a todos los otros objetos para poder presentarse como uno distinto de todos los demas.

  • la mediación: se requiere de un aparato conceptual que lo haga visible.

Luego entonces, Hegel llega a la siguiente tesis; 'Lo más verdadero es el lenguaje.' El problema es que para el pensamiento corriente no hay nada más verdadero que lo que se ve con los ojos, se dice coloquialmente; 'ver para creer'. Pero lo que esta planteando Hegel es que lo que se ve, lo que se percibe de manera estable y por ello con cierta consistencia de veracidad eso... no está ni en el objeto ni en el observador, y más aun, tiene la materialidad del lenguaje.

Ahora bien, aquel que percibe esa constancia; las cualidades del objeto, lo hace efectivamente con la vista, el oído, el olfato, etc. pero lo hace por medio de los universales. Por lo que Hegel sugiere que su existencia es como la existencia del punto.

Es decir; no se puede ver, solo lo podemos representar y es así como lo hacemos con cualquier objeto o con cualquier idea, solo podemos aludir a sus limites y de modo convencional detener su definición del modo que sean razonablemente útiles para la tarea que nos este ocupando.

Por ejemplo, el carpintero que mide el tamaño la mesa, tal medición la puede hacer en centímetros o en milímetros, pero no requiere mayor precisión que cm o mm para la tarea que le ocupa, sin importar que de manera estricta ninguna medida sea completamente precisa o ningún corte sea del todo recto, el corte es recto en función de la tarea de construir una mesa.

Respecto del relato de la persona que sufre, al igual que la descripción de un objeto, no se puede decir todo, decir definitivamente. Su elaboración exige una decisión de precisión y unos instrumentos con los cuales re alizar la observación, pero tanto los objetos de la vida corriente como el caso clínico son existencialmente similares al punto, tienen el mismo tipo de existencia que el punto.

No se pueden observar directamente por que no están en una dimensión visible, lo que percibimos, es decir; La certeza sensible, no esta ni en el objeto ni en el yo, la inmediatez no es la inmediatez del Uno ni la del Otro, pues en ambos, lo que supongo que esta ahí, es mas bien algo inesencial, con lo cual; el objeto y el yo son lo universal, lo que no permanece y cuya existencia depende fundamentalmente del lenguaje.

De tal manera que cuando decimos que algo esta aquí, en ello también decimos que esta junto a algo, debajo de algo etc. No podemos decir nada del objeto solo, todo depende del entramado de relaciones y cualidades que localizan al objeto del mismo modo que localizamos un punto; es decir, en función del modelo teórico que le da visibilidad.

Entonces, si lo más verdadero es el lenguaje y el Sujeto por lo tanto está estructurado así, deducimos en consecuencia que el Sujeto es un término impropio para ser aplicado a la realidad cotidiana. Aunado a ello podemos conjeturar que su aparición se explica de manera muy cercana a la noción de sincronía. Sincronía (que es un neologismo acuñado por Ferdinand de Saussure): es un concepto abstracto para dar cuenta del origen de una lengua.

Lo que explica la noción de sincronía es que si los significantes son cada uno distinto de todos los otros, hace falta plantear que surgieron todos juntos, no pudo haber primero uno y luego otro y otro, etc. Es una noción abstracta que se aplica a ese tipo de fenómenos y no tiene nada que ver con la noción de simultaneo, propio de los trabajos entorno a la idea de trauma (todo lo que ocurrió tal día), cuya modelo dejo de operar en la física desde Einstein, es decir; no existe en la ciencia moderna lo simultaneo pensado así, pues toda posición y tiempo dependen del observador.

Por lo tanto, cabe señalar una clara orientación clínica: Descartar las investigaciones respecto del origen del síntoma, y orientar el análisis respecto de la función de un concepto en un sistema de creencias.

En el desarrollo de la ciencia nos percatamos de que cuando en un modelo aparece un concepto nuevo, todo el modelo se transforma. De hecho, en consulta corroboramos de igual modo que si hay un concepto nuevo en la vida del paciente, toda su vida se transforma, podemos constatar entonces que 'la realidad es otra'. He de ello que en la practica clínica habría que considerar el Síntoma como una idea en una comunidad, no como un fallo, sino como una forma de participar de las ideas de su entorno. Hegel diría 'el modo en el que esa idea se manifiesta.'

Ahora bien, es comprensible la dificultad de asimilar este modelo, en tanto que la idea de tiempo con la que nos manejamos en la cotidianidad es la idea de tiempo cronológico; que es lineal, unidireccional y que se representa claramente con una flecha, la flecha del tiempo. No obstante, es en la ciencia moderna donde el espacio-tiempo; es curvo, es individual para cada partícula, es bidireccional y desde donde se puede plantear la idea de surgimiento estructural sincrónico, cosa que impide trabajar con primero, segundo, tercero, etc. Que es un modelo donde ningún punto puede ser señalado como el ahora.

Tal modelo nos sirve para entender conceptos como el de sincronía de Saussure, la sustancia estructurada como Sujeto de Hegel, el inconsciente estructurado como un lenguaje de Lacan. y sobre todo es de gran utilidad para orientar una clínica acorde a las concepciones de la física moderna, al modo en el que entendemos la estructura del universo y al modo como entendemos la condición humana.

Por ejemplo: es una herramienta clínica clave para pensar 'la culpa del padre' por 'el síntoma del hijo', la angustia de los padres que se sienten responsables respecto al síntomas de su hijo. Pues habría que pensar al Sujeto como una estructura que articula de manera caótica e imprevisible un conjunto de elementos que producen una novedad y respecto a la cual los padres, amigos, etc. no tienen relevancia, son elementos del caso, pero no en relación de causalidad.

Francamente, con lo que hemos recorrido hasta ahora; podemos plantear que la filosofía es una buena posición para juzgar las prácticas clínicas, en tanto que la filosofía es capaz de ver el caso como una articulación racional de los elementos y trabajar respecto a las implicaciones éticas de esos elementos. En consecuencia llegamos a una puntualización del propio Hegel que resulta de tremendo valor:

“el entendimiento podría suponer aquí que ha descubierto una ley universal que expresa la realidad universal como tal, pero sólo ha descubierto, de hecho, el concepto de la ley misma, algo así como si declarara que toda realidad es en ella misma conforme a ley”.

Ahora entonces un desafío importante; como distinguir lo diferente si para 'ver' lo hacemos con universales, que por definición son comunes y corrientes. Pues bien; Hegel propone un paso decisivo; el paso que va de la conciencia a la autoconciencia. Y para trabajarlo vamos a comenzar por donde Hegel mismo sugiere que la historia comenzó. Una lucha a muerte: una lucha por puro prestigio.

Es increíble, pero efectivamente solo el hombre podría comprometerse en una confrontación así. La dialéctica del amo y el esclavo es sin duda uno de los principales trabajos que interesan al campo de la clínica pues en él se describe una propuesta muy novedosa y realmente extraordinaria sobre el deseo.

Considerando que la gran mayoría de trabajos versan sobre el deseo de objetos materiales y sobre todo tipo de estragos vinculados a la relación entre el hombre y esos objetos (adicción, envidia, nostalgia, etc). Con Hegel y sobre todo con Lacan nos encontramos con un modelo completamente distinto y muy potente para la práctica clínica. En tanto que el deseo planteado así (el deseo del deseo del otro) implica una condición dialéctica, de tal manera que nos permite verificar que hay allí un Sujeto y por esa misma condición de intersubjetividad, validar una condición de realidad del caso clínico.

Para este proyecto nos interesa tener como referencia dialéctica la propia practica clínica. Por ello una tesis importante de esta lectura es que el proceso dialectico, método de vital importancia en una investigación formal, funciona en el campo del lenguaje. Es decir, que no necesariamente deben estar dos personas presentes hablando para que ocurra. Las partes del proceso dialéctico no las podemos ubicar entre el analizante y el analista, o entre el paciente y su partenaire, o entre un empleado y su jefe, etc. Las partes de la confrontación dialéctica que Hegel trabaja en la dialéctica del amo y el esclavo no están dentro alguien y otro alguien. Es verdad que hay dos partes enunciativas, pero aquello que implica un análisis, el caso clínico, es Uno y este Uno es el que se puede localizar formalmente.

Hegel explica así los dos elementos de la confrontación: “cuando lo que primeramente aparecía como el objeto, desciende en la conciencia a un saber de él y cuando el 'en sí' deviene un ser del 'en sí' para la conciencia, tenemos el nuevo objeto por medio del que surge también una nueva figura de la conciencia, para la cual 'la esencia' es ahora algo distinto de lo que era antes. El nuevo objeto se revela como algo que ha llegado a ser por medio de una inversión de la conciencia misma.” Esta idea de Hegel la podemos representar con una figura topológica llamada; ocho interior.

La diferencia que plantea Hegel respecto del deseo es la siguiente:

  • El deseo animal: desea objetos (alimento, refugio, etc.)
  • El deseo humano: desea el deseo del otro.

Particularmente se trata, en el sentido que Hegel lo trabajó, del 'deseo de reconocimiento'. El hombre desea que el otro lo reconozca como hombre, y es hombre en tanto que antepone ese deseo (el deseo de reconocimiento) a su propia vida biológica y animal.

Ahora bien, lo que nos interesa resaltar de este trabajo es que no se trata del reconocimiento de atributos personales. En ese sentido no hay nada para reconocer, por el contrario, nos encontramos con la ausencia total de esas propiedades, se trata justa mente de la falta en ser. Se trata del requerimiento ineludible de la entrada en el campo del otro en tanto condición de humanidad.

No hay humano sino es por mediación del campo del otro, del reconocimiento del otro en tanto que constata que hay allí Sujeto deseante, deseante de deseos humanos. Por lo que es de esperar que para que haya deseo humano se requiera la presencia de abundantes deseos. Alexandre Kojève, uno de los grandes lectore de Hegel, trabaja este punto de manera muy precisa, comenta: El Deseo humano debe dirigirse sobre otro Deseo. Para que haya Deseo humano es indispensable que haya ante todo una pluralidad de Deseos (animales). Dicho de otro modo, para que la Autoconciencia pueda nacer del Sentimiento de sí, para que la realidad humana pueda constituirse en el interior de la realidad animal, es menester que esa realidad sea esencialmente múltiple. El hombre no puede, en consecuencia, aparecer sobre la tierra sino en el interior de un rebaño, allí con los suyos.

Asimismo, en un caso clínico concreto, tan importante es detenerse en el deseo del paciente como en los deseos de su entorno, si no investigamos los otros deseos del propio caso, el deseo del paciente no existe.

Contrario a la idea de que los deseos de los otros son ajenos y que habría que descubrir el deseo íntimo, interior, único y personal, nos encontramos con que es en los deseos de los otros donde el deseo del Sujeto que nos ocupa se puede localizar, es allí donde busca ser reconocido. He de ello que la gente solo desea lo que la sociedad dice que hay que desear. El deseo finalmente es intersubjetivo en tanto que el Sujeto es intersubjetivo.

Por lo tanto no hay Sujeto propio, único e irrepetible. Ciertamente hay un Sujeto, pero adviene cuando hay dos instancias enunciativas y el Sujeto no esta dentro de ninguna de ellas.

Ahora hemos visto con Hegel que todo lo que es suceptible de ser dicho sobre el Sujeto, está en el relato. No hay, categóricamente hablando, ningún objeto, ninguna persona de carne y hueso, lo que verificamos cuando la persona cambia de analista, pues de inmediato el caso clínico es otro: el Sujeto es otro, la realidad es otra. La persona se queja de las mismas cosas en relación a las mismas personas, pero el caso ya es otro.

“Por tanto, el contenido no es ya, en realidad, predicado del Sujeto, sino que es la sustancia, la esencia y el concepto de aquello de que se habla.” En la Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas se trabaja esta misma idea aludiendo al círculo de círculos, dice: “Por ello se presenta la totalidad como un circulo de círculos, cada uno de los cuales es un momento necesario, de tal manera que el sistema de sus elementos propios constituye la idea total.”

Respecto al síntoma podemos apuntar la siguiente tesis; eso de lo que se sufre … es así solamente porque el mundo cultural en el que habita, eso es síntoma, el otro lo reconoce como síntoma y sin ese reconocimiento el síntoma no tiene lugar. Por tanto, si el Sujeto no pasa por el campo de hacer reconocer su deseo como deseo de reconocimiento, no existe como Sujeto deseante.

Llegados a este punto es importantísimo dejar claro que las figuras de la dialéctica no están en el interior de nadie. Son dos figuras abstractas de un modelo de pensamiento que dan cuenta del funcionamiento de la realidad humana. Que su valor radica en establecer un conjunto de relaciones entre ciertos elementos de tal manera que nos permiten organizar las condiciones de realidad del Sujeto.

Respecto al deseo, al no tratarse de las características materiales del objeto, ni de su importancia en cuanto recurso vital para el organismo biológico. Concluimos que; es desde el Sujeto donde se organiza el valor del objeto y la función del deseo vinculado a el. “y ese Sujeto es, por tanto, la sustancia verdadera, el ser o la inmediatez que no tiene la mediación fuera de sí, sino que es esta mediación misma.”

Finalmente a modo de conclusión: El sufrimiento implicado en torno a los objetos no puede ser explicado por la falta de esos objetos, ni respecto a sus cualidades materiales o sus propiedades bio-químicas. Se requiere de un modelo que nos permita trabajar con las cosas que relata el paciente en los términos y valores que se articulan en el propio relato. Y es lo que vamos a trabajar con Husserl y su tremenda propuesta de una Ψ auténtica.

BIBLIOGRAFIA

Georg Wilhelm Friedrich Hegel:

  • Enciclopedia De Las Ciencias Filosóficas. 1997 Alianza Editorial. Madrid España. Fenomenología del Espiritu. primera edición en alemán 1807. Primera edición en español 1966
  • Fondo de cultura económica. México D.F.
  • Elements of the Philosophy of Right [Philosophie des Rechts], edited by Allen W. Wood and translated by H.B. Nisbet, Cambridge: Cambridge University Press, 1991.
  • The Science of Logic. [Wissenschaft der Logik], translated by George di Giovanni, New York: Cambridge University Press, 2010.

Otras referencias:

  • Maybee, Julie E., “Hegel’s Dialectics”, The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Winter 2016 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL =
  • Emile Benveniste. Problemas de Lingüística General. siglo veintiuno editores, 19ª edición. 1997. Madrid España.
  • Kojéve, Alexandre, La dialéctica del amo y del esclavo en Hegel, Buenos Aires, La Pléyade, 1982